domingo, 19 de junio de 2011

Un sueño del viejo Oeste




Cuando vi por primera vez la película de Alex de la Iglesia “800 Balas”, apenas recién comenzaba a conocer a los grandes maestros del cine del Oeste. Por primera vez mi retina visualizaba los enormes parajes del Monument Valley que tantas veces filmo el gran John Ford. Me emocionaba viendo al “duque” John Wayne, junto al borrachín Dean Martin vencer a los malos en “Rió Bravo”. Posteriormente en un ascenso consecuente con la historia del género, vi como Sam Peckinpah se las ingeniaba para revivir de una manera que sepultara los viejos mitos del clásico western, en películas como “Duelo en Alta Sierra” y la inolvidable “La Pandilla Salvaje”. Paralelamente conocía por primera vez a Clint Eastwood, sorprendentemente con la película que el mismo declaro seria la ultima donde actuaria: La maravillosa “Gran Torino”. Clint ha dirigido cuatro western durante su carrera, cada uno con algo nuevo que aportar. ¿Y entonces, de que puede tratarse una película como “800 balas”? ¿Dónde cabe en los encasillamientos analíticos y típicos de la crítica cinematográfica esta obra aparentemente menor?

Alex de la Iglesia es un director español conocido por películas como “La Comunidad”, “El día de la Bestia”, “Los crimines de Oxford”, entre otras. Lamentablemente, en los momentos en que escribo este articulo, no he visto su ultima producción “Balada triste de trompeta” que según he escuchado es bastante disfrutable. No me extraña. El tipo tiene un muy buen pulso para filmar casi cualquier cosa.



La película que aun no comienzo a desmenuzar, es un sentido homenaje, un tributo, y a la vez un verdadero -como diría Vittorio Farfán- cumpleaños de monos. Es un homenaje a todos los que se dedicaron a trabajar de dobles en películas ambientadas en el oeste. A los que trabajaron en Almería haciendo los famosos Spaghettis. Pero también a los que viven como les da la gana, reviviendo un sueño, una época que se acabo y que no volverá. Las reminiscencias de la película “Bronco Billy” de Clint Eastwood son interminables. Por un lado están aquellos en la película de Bronco Billy que reviven un wild west show, por el lado de de la Iglesia, los personajes tan entrañables como los de Eastwood, se esmeran por mantener vivo un viejo poblado donde la gente pueda conocer como vivían los indios, los vaqueros, los soldados confederados y las prostitutas. Como si eso fuera poco, es en la misma película de Alex de la Iglesia, donde Julián el personaje principal protagonizado por Sancho Gracia, quien rememora sus tiempos de gloria cuando trabajo junto a los americanos, doblando –haciendo de stuntman- a personas como George C. Scott y Clint Eastwood, en “Patton” y “Por un puñado de dólares” respectivamente.



Bueno ¿pero de que se trata la película? Si alguien no la ha visto, que la vea. Yo aquí en dos líneas intentare ponerles al día: Cuenta la historia de un niño llamado Carlos bastante inquieto y que se sorprende al saber que su padre trabajaba en películas de vaqueros. Por lo que decide viajar engañando a su madre hasta el poblado de Almería y así conocer a su abuelo y como se hacen las películas del Oeste. Lamentablemente la realidad es que ahora ya no se hacen más películas de vaqueros y el pueblo solamente es un espectáculo donde algunos turistas pasan alguna vez a verlo. 

En términos de cámara e iluminación, la película es sencilla, recurriendo bastante a la luz natural, lo cual le permite mas libertad a los actores. Es bastante respetuoso al no encuadrar como si pretendiera imitar el estilo de alguien como Sergio Leone, en ese sentido la película no parece un pretendido western moderno. El montaje es rápido pero clásico, narrando la acción sin grandes elipsis de tiempo. Nada de flashback ni otros elementos narrativos que aquello que vemos casi siempre desde un punto de vista objetivo. Podríamos decir que de la Iglesia renuncia a la búsqueda de una presentación más elaborada por mostrarnos sin mentir todo lo que viven sus personajes. 

¿Quien es el malo en 800 Balas? No es Cheyenne, quien finalmente traiciona a Julian, solamente porque el también quería ser el Sheriff alguna vez. Como un niño que siempre debe hacer el mismo papel en una obra, el quería su oportunidad de ser el protagonista. Destacar que la escena en que nos presentan a Julian y Cheyenne es calcada de "Los imperdonables". El malo es en verdad el llamado progreso, aquel que arranca las tradiciones y costumbres en pos del efectismo y entretenimiento cortoplacista . El capitalismo oculto, que nuevamente se va sin que nadie lo apunte, como si fuese intocable. Un cierre similar al de la película de John Badham "Tiempo Limite". 


Lo mas seguro es que los mas puristas digan que no es una película perfecta, quizás hasta digan que es olvidable. A cada cual su cine respondo yo. Todos tienen el derecho a buscar en las películas aquello que mas les llame la atención. Yo me quedo con el disfrute, me quedo con la exaltación de saber que alguien detrás de una cámara, me quiere contar una historia que vale la pena volver a ver. Una y otra y otra vez. Esa es la diferencia entre una buena película y una que nos toca la fibra. Cuando vemos por primera vez una película, nos entretiene o nos hace reflexionar, pero cuando vemos varias veces una película que nos gusta, poco a poco descubrimos aquello que se escondía tras la superficie, muchas veces frívola de la narración. Casi podemos escuchar sus realizadores diciéndonos que es lo que querían que viéramos. 800 Balas es así. Y es que al igual que Bronco Billy, Julián solo quiere mantener su sueño con vida, luchar por aquello que le pertenece, el único lugar donde es quien quiere ser.



Es una película alegre, que no seria erróneo decir que es un verdadero gusto que se dio el director, sabiendo que probablemente no seria un gran éxito, pero que se nota en cada fotograma, la pasión y la felicidad de los actores haciendo de estos personajes tan idealistas, tan soñadores. La escena que demuestra todo este jolgorio cinematográfico es precisamente la fiesta. Celebrada luego de la liberación de Julián de la cárcel por posesión de drogas. Antes de que se haga el desmadre, Julián le dice a su nieto una de las frases mas memorables de la película: “No divertirse cuando uno puede, es el mayor pecado del mundo”. Eso resume toda la ficción. No es más que aprovechar el momento y cumplir el sueño. Imagino que Alex de la Iglesia siempre quiso hacer un western, pero en vista de las dificultades quizás era más interesante hacer una película sobre personas, perdedores de la historia que soñaran con ser parte de las míticas producciones donde los forajidos, la diligencia, la locomotora, la cantina y demás elementos, se reflejaban en los corazones de los espectadores. Donde en esos tiempos, luchar por algo, tenía un verdadero sentido, aunque fuera un pedazo de tierra, o el corazón de una mujer.