martes, 28 de mayo de 2013

The Master (2012)

        

    

             Un marinero alcohólico y con tendencias violentas, asesinas, hipersensibilidad, autodestructivo y con una freudiana desesperación sexual, se encuentra en el barco prestado por una millonaria a un excéntrico nuevo mesías, un sujeto que dice ser médico, filántropo, científico y otros títulos que dejan a Batman como un pelele. Ambos personajes comienzan a descubrirse y ver en el otro algo que los demás personajes no logran comprender, una conexión pero que no parece tener ninguna lógica aparente. Sin embargo, los espectadores pronto comprenderemos que están unidos por una suerte de destino fatal, de rabia contenida, de un deseo, una pulsión que en el caso del marinero es el deseo de sexo y en el caso del mesías es nada menos que el éxito de su secta, conocida en la película como “La causa”.



            Así se nos presenta el film, dirigido por el gran Paul Thomas Anderson, quizás uno de los mejores directores desde que en el año 1997 presento su Boogie Nights, segundo largometraje que le supondría el éxito y ya con Magnolia se consolida como un director melodramático y fantástico. Sin embargo, es There will be blood, su película más madura en términos estéticos y narrativos, volviendo al desierto y mostrando la historia de un ambicioso petrolero. Desde hace unos años el proyecto de llevar a cabo la película “The master” reposo buscando financiamiento y causando interés internacional al tratarse entre comillas de una secta similar a la cienciologia. Y la verdad sea dicha, poco importa si la historia de la secta cienciologica fue como lo presenta el film, ya que la película se defiende totalmente a ella misma, poniendo en el casting a dos grandes actores secundarios, el siempre efectivo y regalon de Anderson Philip Seymour Hofmann y el desaparecido Joaquin Phoenix que vuelve en gloria y majestad.



            Como hincha que soy de las películas de Anderson, debo decir que esta me parece la menos reconocible. Puede ser que tanto tiempo sin estar trabajando detrás de la cámara lo alejo un poco de su propio estilo, sin embargo se siente la vibración de su mano en los planos secuencias, en los personajes extraños y el uso de una música extraña que queda dando vueltas un rato en la cabeza.
            The master, se mete derechamente en el terreno de lo sexual, en la necesidad de satisfacer esta área y así navega durante un buen rato sin aburrir pero tampoco presentando demasiado interés en los vaivenes del guion ya que son los protagonistas, con sus demasiado potentes actuaciones los que se roban y le restan interés a todo lo demás. Pese a lo anterior, Amy Adams también se manda una actuación magistral y confirma el mito de que siempre detrás (o al lado) de un hombre poderoso hay una mujer que lo impulsa hacer lo que hace, que mueve los hilos.



            Las secuencias más notables son precisamente aquellas donde Hofmann y Phoenix comparten pantalla y discuten, llegando a situaciones bastante violentas, como el interrogatorio que le hace y que consiste en repetir varias veces la misma pregunta, luego otra y otra, sin que el interrogado pueda pestañear. Una frase notable, casi llegando al final de la pelicula (alerta de spoiler) es la que Hofmann le dice a Phoenix 

" Pues, si descubres una forma de vivir sin servir a ningún maestro, sea cual fuere, cuéntanos a los demás cómo lo lograste. Pues serías el primero en la historia del mundo. "




            Creo que The Master es una gran película, los protagonistas son una columna importante y hablar de sus métodos daría para un análisis mucho más extenso. Como buena película de Anderson, la acción descansa en sus protagonistas. Altamente recomendable. 


miércoles, 10 de abril de 2013

Oz (o como volver al fascismo)




En los años en que comenzó el cine a color, se realizo una adaptación de un libro clásico, pensado para niños pero que también tiene su mensaje de viaje arquetípico. En este caso estoy hablando del libro y la respectiva película “El mago de Oz”. Dorothy es una joven cansada de su aburrida vida en Kansas, su deseo es el de aventuras. Pero la Dorothy del film debe aprender que a veces el lugar no es tan importante como la propia construcción del individuo. Es por eso que en su travesía en el mundo de Oz, la acompañan un león cobarde, un espantapájaros oligofrénico y un hombre de hojalata sin corazón. Su conexión con el mundo real, está representada en Toto, su fiel perro mascota que la acompaña hasta el mágico mundo de Oz y la advierte de los peligros.



Tanto el libro como la película son parte del imaginario colectivo, el mundo de Oz comparte fama con otros mundos fantásticos como el país de las maravillas y nunca jamás. Están en el mismo plano de fantasía infantil pero también de adultos que no son tan adultos.
El año pasado se filmo una película dirigida por un ahora irreconocible Sam Raimi, otrora director de grandes ejemplos del cine de terror y fantasía, ahora se presta para que la maquinaria infernal y fascista de Disney haga pedazos todo el sentido de la obra del mundo de Oz para presentarnos un mensaje tan vacio como los fondos verdes donde los actores realizaron toda su actuación. Es un poco patético pensar en la frialdad tecnológica de ver a un James Franco actuando como si estuviera hablando con un mono alado simpaticón. La película comienza con el mismo truco del blanco y negro, tal cual la original y cuando el mago de Oz llega hasta el lugar que se convertirá en su reino todo es color, fantasía y muchos efectos especiales fríos y ya vistos en otras películas que han abusado y recontra abusado con el 3D y las flores gigantes.



No es secreto para nadie que Disney es una máquina de hacer películas ideológicamente cuestionables. Yo mismo comprendo la razón imperialista detrás de sus conciliaciones y sus personajes que son buenos y malos sin matices. Al ver en todo caso lo que han hecho con el mundo de Oz, da un poco de rabia y vergüenza. Una película que antes pudiera hablar contra el conformismo, el aprender a usar la cabeza, el corazón y el coraje para enfrentar los problemas, ahora se presta para un show pirotécnico sin ninguna gracia. Los esclavos son animales, son negros, son enanos y son raros. Las brujas son hermosas, pero es una mascarada, porque en el mundo Disney los malos siempre son horribles, porque es el imaginario que siempre han planteado, malos de cabello moreno, buenos-buenos de cabello rubio o al menos con una simpatía y una bondad en el corazón que los hace infinitamente superior a sus enemigos, siempre egoístas y sin causa social.

En un momento de la película realmente conmovedor, vemos un personaje de porcelana que ha perdido a toda su familia y sus piernas están rotas. El mago interpretado por James Franco le repara las piernas con un pegamento especial. E inmediatamente el personaje antes querido, se vuelve otro de sus acompañantes en el viaje para vencer a la malvada bruja, ganándose nuestra aversión por ser el típico personaje infantil de Disney que es siempre pillo, dice cosas punzantes y se sale con la suya en base a su creatividad. Una mentira que Disney ha planteado desde sus orígenes. El ideal de una nueva familia se presenta en base a personajes de todas las razas y formas, incluso animales, pero siempre con bondad en sus corazones.




Otro momento clave de la película es la transformación de la bruja, antes hermosa e interpretada por Mila Kunis en un ser repulsivo, con su típica risa que es la que vemos en el film original. Quizás un buen momento, dentro de un film horrible, pero desaprovechado. Ya que es tan absurdo como se configuran los personajes, que los malos (como vienen haciendo desde el Retorno del Jedi) tiran rayos por las manos. Obvio.
Hay una serie de imágenes patéticas y horripilantemente nazis en la película. Como los niños rubicundos rodeando a la bruja buena. La blonda les lee un mensaje de amor, paz y prosperidad y uno puede creer que está viendo una postal de Colonia Dignidad o las juventudes Hitlerianas. El personaje de la bruja buena, es tan vacio de profundidad como las campañas políticas de este país. Todos los personajes en realidad están vacios de profundidad. El mago no parece aprender otra lección que aquella de “confórmate con lo que tienes”



No es que uno le exija a una película que sea un manifiesto de honorabilidad. Pero la manipulación constante de mensajes como el que nos entrega Oz es despreciable y no es para nada inocente, pese a que la película sea para menores de edad, con mayor razón los riesgos que se corren al exponer a los niños a estas imágenes y estos discursos pre-fabricados es doblemente horrible.
Ya para terminar, porque tampoco hay mucho más que agregar sobre Oz y su pedantería fascista, el largometraje dura dos horas y algo más, lo que lo hace mas odioso y por supuesto, menos recomendable.